Chema Monje – Psicólogo
Colaborador externo del Instituto Séneca
Desde pequeños somos instruidos para trabajar en nuestra edad adulta. El trabajo, forma por tanto parte de nuestras vidas, estructurando nuestra existencia, determinando nuestra economía y fijando entre otros nuestro estatus social.
Nuestras metas, nuestros retos y nuestros deseos, parecen quedar en manos del tiempo que le
dedicamos, siendo medio para llegar a un fin o un fin en sí mismo, lo que da buena cuenta de su poder y autoridad.
Estas circunstancias hacen del trabajo uno de los factores más influyentes para estar expuestos a riesgos de diverso tipo, entre ellos el síndrome de desgaste profesional o “burnout”.
¿Qué es “burnout” o síndrome del desgaste profesional?
La Organización Mundial de la Salud considera el síndrome de desgaste profesional como un problema que afecta a la salud proveniente de factores asociados al trabajo.
Lo considera “resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito, caracterizado por sentimientos de falta de energía y agotamiento, aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo y una sensación de ineficacia y falta de realización”.
¿Qué efectos tiene?
El deterioro de nuestra salud se hace evidente, la erosión a nuestra autoestima se hace insoportable y la apatía forma parte de unos días que se alargan sin fin.
La desmotivación, la pesadumbre y la tristeza toman nuestras emociones, la insatisfacción, la irritabilidad y la desazón nuestras virtudes y la impotencia, la incapacidad y la ineficiencia nuestras acciones.
La intranquilidad, no concentrase, malestar físico, bajo estado de ánimo y otros nos acompañarán sin tregua hasta romper nuestra identidad personal y profesional, comprometer nuestra salud metal e interrumpir negativamente al resto de lo que tenemos y queremos fuera del trabajo.
¿Cómo podemos evitarlo?
No escapa a nadie que vivimos un ciclón de cambios y presiones que hacen del entorno laboral, como ya hemos dicho, una de las mayores fuentes de estrés, desgaste y debilidad para los trabajadores. Sobrecargas de trabajo y multitarea, una elevada velocidad, desajuste en las responsabilidades o un enganche digital poco limitado, son claros ejemplos.
Para evitarlo, a nivel institucional se esperan campañas de prevención y detección, fomento de la concienciación, recursos a las empresas y trabajadores o programas de investigación.
A nivel organizacional ayuda el estilo de liderazgo, una dimensión adecuada de la plantilla, un correcto diseño de puestos, el ajuste del ritmo de trabajo, canales de comunicación y reconocimiento ágiles y precisos o, entre otros muchos, un plan de seguridad preventivo fiable.
A nivel individual el autoconocimiento es una de las herramientas más potentes que tenemos a nuestro alcance, capaz de anticipar, alarmar y prevenir para ponernos en guardia y detectar aquello que nos podría llegar a dañar, puniendo mecanismos de control que minimicen elimpacto, tales como desconexiones a tiempo, apoyo social o rutinas saludables.
Merece la pena intentarlo. Ánimo.
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