Chema Monje – Psicólogo
Colaborador externo del Instituto Séneca.
Podría ser razonable decir, aun corriendo el riesgo de no ser justo con otros tiempos, que pertenecemos al contexto histórico que más reclama esos ratitos y momentos de los que disponemos.
Estamos sometidos constantemente a una sobreinformación desmedida que multiplica los distractores y contrae nuestros recursos, que asfixia nuestra toma de decisiones y manipula nuestros deseos, que coquetea con aquello que nos pone en peligro y nos aleja del equilibrio, que desenfoca la noción de lo que es urgente, desvirtúa el concepto de preferencia, deforma el sentido de responsabilidad y desdibuja nuestra capacidad de organización, planificación y o programación.
¿Qué es priorizar?
Priorizar es dar prioridad a algo o alguien por delante de otras opciones que compiten entre sí
en busca de nuestra atención y acción.
Son sinónimos la preferencia, la preeminencia, la preponderancia, la primacía, la prelación o la antelación.
Es decidirse, escoger, elegir, focalizar, primar o anteponer aquello que hemos catalogado como importante y urgente, aquello que consideramos preferente y necesitamos, aquello que despiertanuestro interés y nos tiene en deuda.
¿Cómo podemos priorizar?
Se nos reconoce en principio soberanos para tomar nuestras propias decisiones y muy dueños de lo que queremos hacer, pero también fácilmente seducidos por aquello que nos desvía y nos desconcentra.
Recurrir por tanto a estrategias que nos motiven a ver lo que está escondido, a detectar lo que nos conviene, a alcanzar lo que buscamos o a mejorar en lo que más queremos, podría ayudarnos a encontrar el camino.
La primera vía está en nosotros mismos, entrenando el autoconocimiento, buscando en nuestro interior, dando oportunidad a nuestra intuición o desarrollando nuestras capacidades.
La otra, en herramientas que de una forma generalizada han sido relegadas a un uso académico, empresarial o científico y cuya adaptación a nuestro día a día podría ordenar lo desordenado, a controlar lo descontrolado o a orientar lo que tenemos desorientado.
Estas son entre otras, la estadística, que permite el análisis detallado de los datos recogidos, el uso de matrices, que pone en relación las variables que consideremos como prioritarias, o las clasificaciones, que nos aclaran el impacto que tiene lo que ponemos en estudio.
Con esto, se nos otorga el don de postergar, retardar y eternizar conscientemente, o lo que es lo mismo, de saberse propietario de la jugada maestra que permita la optimización, la regulación y el poder sobre ese tiempo que se nos ha dado.
En definitiva, un lujo al alcance de todos que solemos olvidar.
Merece la pena intentarlo. Ánimo.
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